Mi herramienta favorita en Amadeus. Gracias a ella dominé bastante bien la arquitectura básica del sistema.
Mi audiencia: técnicos de países del norte de África. Se sentaron adelante. El primero, un hombre cincuentón, de cabello gris, hablaba inglés y el otro, en sus veintes, de cabello negro, no lo hablaba. Trabajaron en equipo. El joven no me quitaba la mirada de encima, a donde fuera, sus ojos me seguían.
Receso para comer.
Al volver supe que se había dormido. En vez de seguirme con sus ojos a donde caminara, su vista estaba fija justo debajo del pizarrón.